1 de enero
Daniel +
1972-2001
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
HIMNO
Reina del libro de la vieja alianza:
tu nombre es el versículo primero
de consuelo, promesa y esperanza.
Doncella que en tu vientre a Dios tendrás:
se estremece de júbilo tu nombre
en los labios quemados de Isaías.
Reina del libro nuevo de la vida:
reinas desde el silencio de cada página,
oh reina silenciosa y escondida,
y es tu presencia la del tallo leve
que, al reventar el lirio, se recata
debajo de los pétalos de nieve.
Reina del claro mes de los renuevos,
de la infancia del mundo y de la tierra,
y de la luz y de los nidos nuevos.
y Reina nuestra, Reina de las manos,
con sangre y con estrellas, de tu Hijo,
con flores y dolor, de sus hermanos.
Los ángeles te aclaman soberana,
pero mil veces más eres, Señora,
sangre y dolor de nuestra raza humana. Amén.
SALMODIA
Ant. 1 ¡Qué admirable intercambio! El Creador del
género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una
Virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos
hace participar de su divinidad.
Salmo 121
¡Qué alegría cuando me dijeron:
"Vamos a la casa del Señor!"
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
Según la costumbre d Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
"Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios."
Por mis hermanos y compañeros
voy a decir: "La paz contigo."
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1 ¡Qué admirable intercambio! El Creador del
género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una
Virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos
hace participar de su divinidad.
Ant. 2 Cuando naciste inefablemente de la Virgen
se cumplieron las Escrituras, descendiste como el ro-
cío sobre el vellón, para salvar a los hombres; te ala-
bamos, Dios nuestro.
-Salmo 126-
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas;
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2 Cuando naciste inefablemente de la Virgen
se cumplieron las Escrituras, descendiste como el ro-
cío sobre el vellón, para salvar a los hombres; te ala-
bamos, Dios nuestro.
Ant. 3 En la zarza que Moisés vio arder sin con-
sumirse, reconocemos tu virginidad admirablemente
conservadas; Madre de Dios, intercede por nosotros.
Cántico
Ef. 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Este es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas
tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3 En la zarza que Moisés vio arder sin con-
sumirse, reconocemos tu virginidad admirablemente
conservadas; Madre de Dios, intercede por nosotros.
LECTURA BREVE
Ga 4, 4-5
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo,
nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para resca-
tar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéra-
mos el ser hijos por adopción.
RESPONSORIO BREVE
V. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
V. Y puso su morada entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Dichoso el seño que te llevó, oh Cristo, y el pe-
cho que te alimentó, oh Señor y Salvador del mundo.
Aleluya.
Cántico de la Santísima Virgen María
Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes
por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
--como lo había prometido a nuestros padres--
en favor de Abraham y su descendencia
por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el seño que te llevó, oh Cristo, y el pe-
cho que te alimentó, oh Señor y Salvador del mundo.
Aleluya.
PRECES.
Señor Dios, que por la maternidad virginal de María
has dado a los hombres los tesoros de la salvación,
haz que sintamos la intercesión de la Virgen Madre, de
quien hemos recibido al autor de la vida, Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro. Que vive y reina contigo.
CONCLUSIÓN.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.
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