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Oficio de lectura
Lunes VII de Pascua

III semana
Martha de Jesús+
1941-2008

Daniel +
1972-2001

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant A Cristo, el Señor, que nos prometió
el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
[Sal 94] ó [Sal 99] ó [Sal 66] ó [Sal 23]

HIMNO

¿Cuándo, Señor, te llevarás cautiva
la historia de pecado que el mundo concibió?;
¿cuándo, Señor, serán cielos y tierra
el cielo de tu amor?

¿Cuándo, también, emprenderá su vuelo
la débil esperanza de nuestro corazón?;
¿cuándo, Señor, florecerá en el barro
tu sangre y tu pasión?

¿Cuándo, Señor, los gritos de los hombres
serán clamor eterno de júbilo y de paz?;
¿cuándo, Señor, las penas y tristezas
tu gloria alumbrarán?

Y ¿cuándo, finalmente, Padre amado,
seremos en el Hijo tus hijos de adopción?;
¿cuándo, Señor, será ya todo en todos
tu Espíritu de amor? Amén.

SALMODIA

Ant. 1 Vendrá el Señor y no callará.

- Salmo 49 -
--I--

El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece:
viene nuestro Dios y no callará.

Lo precede fuego voraz,
lo rodea tempestad violenta.
Desde lo alto convoca cielo y tierra,
para juzgar a su pueblo.

"Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio."
Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Vendrá el Señor y no callará.

Ant. 2 Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza.

--II--

"Escucha, pueblo mío, que voy a hablarte;
Israel, voy a dar testimonio contre ti;
--yo, el Señor, tu Dios--.

No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños;

pues las fieras de la selva son mías,
y hay miles de bestias en mis montes;
conozco todos los pájaros del cielo,
tengo a mano cuanto se agita en los campos.

Si tuviera hambre, no te lo diría;
pues el orbe y cuanto lo llena es mío.
¿Comeré yo carne de toros,
beberé sangre de cabritos?

Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo
e invócame el día del peligro:
yo te libraré, y tú me darás gloria."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza.

Ant. 3 Quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento
de Dios más que holocaustos.

-III-

Dios dice al pecador:
"¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?

Cuando ves un ladrón, corres con él;
te mezclas con los adúlteros;
sueltas tu lengua para el mal,
tu boca urde el engaño;

te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre;
esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara."

Atención los que olvidáis a Dios,
no sea que os destroce sin remedio.

El que me ofrece acción de gracias,
ese me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento
de Dios más que holocaustos.

VERSÍCULO

V. Mi corazón y mi carne. Aleluya.
R. Se alegran por el Dios vivo. Aleluya.

PRIMERA LECTURA

De la primera carta del apóstol san Juan
4, 1-10

Queridos hermanos, no os fiéis de cualquier espíritu.
Examinadlos si provienen de Dios, porque se han pre-
sentado muchos falsos profetas en el mundo. En esto
podéis conocer el espíritu de Dios: todo espíritu que re-
conozca a Jesucristo, que ha venido en la carne, es de
Dios. Pero el espíritu que no reconozca a Jesús no es
de Dios, es del anticristo, de quien habéis oído que esta-
ba por llegar. Pues bien, ya está ahora en el mundo.

Pero vosotros, hijos míos, sois de Dios, y los habéis
vencido; porque mayor es el que está en vosotros que el
que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso ha-
blan del mundo y el mundo los escucha. Nosotros, en
cambio, somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escu-
cha; quien no es de Dios no nos escucha. En eso distin-
guimos al espíritu de la verdad y al espíritu del error.

Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que
el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios
y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios,
porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor
que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su
Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto
consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado
a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo
como propiciación por nuestros pecados.

Responsorio

R. En esto se manifestó ej amor que Dios nos tiene:
en que Dios envió al mundo a su Hijo único, * para
que todo el que crea en él tenga vida eterna. Ale-
luya.

V. Tanto amó Dios al mundo que le entregó su Hijo
único.

R. Para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
Aleluya.

SEGUNDA LECTURA

De las Catequesis de san Cirilo de Jerusalén, obispo

El agua que yo le dé se convertirá en él en manantial
de agua viva, que brota para comunicar vida eterna. Se
nos habla aquí de un nuevo género de agua, un agua viva
y que brota; pero que brota sólo sobre los que son dig-
nos de ella. Mas, ¿por qué el Señor da el nombre de
agua a la gracia del Espíritu? Porque el agua es condi-
ción necesaria para la pervivencia de todas las cosas,
porque el agua es el origen de las plantas y de los seres
vivos, porque el agua de la lluvia baja del cielo, porque,
deslizándose en un curso siempre igual, produce efectos
diferentes. Diversa es, en efecto, su virtualidad en una
palmera o en una vid, aunque en todos es ella quien lo
hace todo; ella es siempre la misma, en cualquiera de
sus manifestaciones, pues la lluvia, aunque cae siempre
del mismo modo, se acomoda a la estructura de los se-
res que la reciben, dando a cada uno de ellos lo que
necesitan.

De manera semejante, el Espíritu Santo, siendo uno
solo y siempre el mismo e indivisible, reparte a cada
uno sus gracias según su beneplácito. Y, del mismo
modo que el árbol seco, al recibir el agua, germina, así
también el alma pecadora, al recibir del Espíritu Santo
el don del arrepentimiento, produce frutos de justicia.
Siendo él, pues, siempre igual y el mismo, produce di-
versos efectos, según el beneplácito de Dios y en el
nombre de Cristo.

En efecto, se sirve de la lengua de uno para comuni-
car la sabiduría; a otro le ilumina la mente con el don
de profecía; a éste le da el poder de ahuyentar los demo-
nios; a aquél le concede el don de interpretar las Escri-
turas. A uno lo confirma en la temperancia; a otro lo
instruye en lo pertinente a la misericordia; a éste le en-
seña a ayunar y a soportar el esfuerzo de la vida ascé-
tica; a aquél a despreciar las cosas corporales; a otro
más lo hace apto para el martirio. Así, se manifiesta
diverso en cada uno, permaneciendo él siempre igual en
sí mismo, tal como está escrito: A cada uno se le otorga
la manifestación del Espíritu para común utilidad.

Su actuación en el alma es suave y apacible, su expe-
riencia es agradable y placentera y su yugo es levísimo.
Su venida va precedida de los rayos brillantes de su luz
y de su ciencia. Viene con la bondad de genuino protec-
tor; pues viene a salvar, a curar, a enseñar, a aconsejar,
a fortalecer, a consolar, a iluminar, en primer lugar, la
mente del que lo recibe y, después, por las obras de
éste, la mente de los demás.

Y, del mismo modo que el que se hallaba en tinie-
blas, al salir el sol, recibe su luz en los ojos del cuerpo
y contempla con toda claridad lo que antes no veía, así
también al que es hallado digno del don del Espíritu
Santo se le ilumina el alma y, levantado por encima de
su razón natural, ve lo que antes ignoraba.

Responsorio

R. Hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios
que obra todo en todos. * A cada uno se le otorga
la manifestación del Espíritu para común utilidad.
Aleluya.

V. Vosotros sois cuerpo de Cristo, y sois miembros
unos de otros.

R. A cada uno se le otorga la manifestación del Espí-
ritu para común utilidad. Aleluya.

ORACIÓN.

Oremos:
Ayúdanos, Señor, Dios nuestro, con la fuerza del Es-
píritu Santo, para que podarnos mantenernos fieles a
tu voluntad y llevar una conducta digna de tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. Bendigamos al Señor.
R, Demos gracias a Dios.

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