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Oficio de lectura
Miércoles III Ordinario
SAN FRANCISCO DE SALES,
obispo y doctor de la Iglesia.
Memoria

24 de enero

Nació en Saboya el año 1567. Una vez ordenado sacerdote,
trabajó intensamente por la restauración católica en su patria.
Nombrado obispo de Ginebra, actuó como un verdadero pas-
tor para con los clérigos y fieles, adoctrinándolos en la fe con
sus escritos y con sus obras, convirtiéndose en un ejemplo
para todos. Murió en Lyon el día 28 de diciembre del año 1622,
pero fue el día 24 de enero del año siguiente cuando se realizó
su sepultura definitiva en Annecy.

Martha de Jesús+
1941-2008

Daniel +
1972-2001

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.
[Sal 94] ó [Sal 99] ó [Sal 66] ó [Sal 23]

HIMNO

Con entrega, Señor, a ti venimos,
escuchar tu palabra deseamos;
que el Espíritu ponga en nuestros labios
la alabanza al Padre de los cielos.

Se convierta en nosotros la palabra
en la luz que a los hombres ilumina,
en la fuente que salta hasta la vida,
en el pan que repara nuestras fuerzas;

en el himno de amor y de alabanza
que se canta en el cielo eternamente,
y en la carne de Cristo se hizo canto
de la tierra y del cielo juntamente.

Gloria a ti, Padre nuestro, y a tu Hijo,
el Señor Jesucristo, nuestro hermano,
y al Espíritu Santo, que, en nosotros,
glorifica tu nombre por los siglos. Amén.

SALMODIA

Ant.1 La misericordia y la fidelidad te preceden, Señor.

- Salmo 88, 2-38 -
--I--

Cantaré eternamente la misericordia del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Pues dijiste: "Cimentado está por siempre mi amor,
asentada más que el cielo mi lealtad."

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
"Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades."

El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos?

Dios es temible en el consejo de los ángeles,
es grande y terrible para toda su corte.
Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
El poder y la fidelidad te rodean.

Tú domeñas la soberbia del mar
y amansas la hinchazón del oleaje;
tú traspasaste y destrozaste a Rahab,
tu brazo potente desbarató al enemigo.

Tuyo es el cielo, tuya es la tierra;
tú cimentaste el orbe y cuanto contiene;
tú has creado el norte y el sur,
el Tabor y el Hermón aclaman tu nombre.

Tienes un brazo poderoso:
fuerte es tu izquierda y alta tu derecha.
Justicia y derecho sostienen tu trono,
misericordia y fidelidad te preceden.

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, ¡oh Señor!, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es so orgullo.

Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.1 La misericordia y la fidelidad te preceden, Señor.

Ant. 2 El Hijo de Dios nació según la carne de la
estirpe de David.

--II--

Un día hablaste en visión a tus amigos:
"He ceñido la corona a un héroe,
he levantado a un soldado sobre el pueblo."

Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso;

no lo engañará el enemigo
ni los malvados lo humillarán;
ante él desharé a sus adversarios
y heriré a los que lo odian.

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder:
extenderé su izquierda hasta el mar,
y su derecha hasta el Gran Río.

Él me invocará: "Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora";
y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra.

Le mandaré eternamente mi favor,
y mi alma con él será estable;
le daré una posteridad perpetua
y un trono duradero como el cielo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 El Hijo de Dios nació según la carne de la
estirpe de David.

Ant. 3 Juré una vez a David, mi siervo: "Tú linaje será
perpetuo."

--III--

Si sus hijos abandonan mi ley
y no siguen mis mandamientos,
si profanan mis preceptos
y no guardan mis mandatos,
castigaré con la vara sus pecados
y a latigazos sus culpas;

pero no les retiraré mi favor
ni desmentiré mi fidelidad,
no violaré mi alianza
ni cambiaré mis promesas.

Una vez juré por mi santidad
no faltar a mi palabra con David:
"Su linaje será perpetuo,
y su trono como el sol en mi presencia,
como la luna, que siempre permanece:
su solio será más firme que el cielo."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Juré una vez a David, mi siervo: "Tú linaje será
perpetuo."

VERSÍCULO

V. La explicación de tus palabras ilumina.
R. Da inteligencia a los ignorantes.

PRIMERA LECTURA

Del libro del Génesis
22, 1-19

En aquellos días, Dios puso a prueba a Abraham lla-
mándole:

«¡Abraham!»

Él respondió:

«Aquí me tienes.»

Dios le dijo:

«Toma a tu querido hijo único, a Isaac, y vete al país
de Moría y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los
montes que yo te indicaré.»

Abraham madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo
a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacri-
ficio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios.
Al tercer día, levantó Abraham los ojos y descubrió el
sitio de lejos. Y Abraham dijo a sus criados:

«Quedaos aquí con el asno; yo con el muchacho iré
hasta allá para adorar y después volveremos con vo-
sotros.»

Abraham tomó la leña para el sacrificio, se la cargó
a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los
dos caminaban juntos. Isaac dijo a Abraham, su padre:

«Padre.»

Él respondió:

«Aquí estoy, hijo mío.»

El muchacho dijo:

«Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero,
para el sacrificio?»

Abraham contestó:

«Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío.»

Y siguieron caminando juntos. Cuando llegaron al
sitio que le había dicho Dios, Abraham levantó allí el
altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso
sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abraham
tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel
del Señor le gritó desde el cielo:

«¡Abraham, Abraham!»

Él contestó:

«Aquí me tienes.»

El ángel le ordenó:

«No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada.
Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado
a tu hijo, tu único hijo.»

Abraham levantó los ojos y vio un carnero enredado
por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el car-
nero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. Abra-
ham llamó a aquel sitio «El Señor provee», por lo que
se dice aún hoy «El monte del Señor provee». El ángel
del Señor volvió a gritar a Abraham desde el cielo:

«Juro por mí mismo —oráculo del Señor—: por ha-
ber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo, tu
hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes
como las estrellas del cielo y como la arena de la playa.
Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciu-
dades enemigas. Todos los pueblos del mundo se ben-
decirán con tu descendencia, porque me has obedecido.»

Abraham volvió a sus criados, y juntos se pusieron
en camino hacia Berseba, y Abraham se quedó a vivir en
Berseba.

Responsorio

R. Por la fe, puesto a prueba, ofreció Abraham a Isaac;
y ofrecía a su unigénito, a aquel que era el deposi-
tario de las promesas; * concluyó de todo ello que
Dios podía resucitarlo de entre los muertos.

V. Creyó en aquel que da vida a los muertos y llama a
la existencia a lo que no es.

R. Concluyó de todo ello que Dios podía resucitarlo de
entre los muertos.

SEGUNDA LECTURA

De la Introducción a la vida devota, de san Francisco
de Sales, obispo

En la misma creación, Dios creador mandó a las plan-
tas que diera cada una fruto según su propia especie:
así también mandó a los cristianos, que son como las
plantas de su Iglesia viva, que cada uno diera un fruto
de devoción conforme a su calidad, estado y vocación.

La devoción, insisto, se ha de ejercitar de diversas ma-
neras, según que se trate de una persona noble o de un
obrero, de un criado o de un príncipe, de una viuda o
de una joven soltera, o bien de una mujer casada. Más
aún: la devoción se ha de practicar de un modo acomo-
dado a las fuerzas, negocios y ocupaciones particulares
de cada uno.

Dime, te ruego, mi Pilotea, si sería lógico que los obis-
pos quisieran vivir entregados a la soledad, al modo de
los cartujos; que los casados no se preocuparan de
aumentar su peculio más que los religiosos capuchinos;
que un obrero se pasara el día en la iglesia, como un
religioso; o que un religioso, por el contrario, estuviera
continuamente absorbido, a la manera de un obispo, por
todas las circunstancias que atañen a las necesidades del
prójimo. Una tal devoción ¿por ventura no sería algo
ridículo, desordenado e inadmisible?

Y, con todo, esta equivocación absurda es de lo más
frecuente. No ha de ser así; la devoción, en efecto, mien-
tras sea auténtica y sincera, nada destruye, sino que
todo lo perfecciona y completa, y, si alguna vez resulta
de verdad contraria a la vocación o estado de alguien,
sin duda es porque se trata de una falsa devoción.

La abeja saca miel de las flores sin dañarlas ni des-
truirlas, dejándolas tan íntegras, incontaminadas y fres-
cas como las ha encontrado. Lo mismo, y mejor aún, hace
la verdadera devoción: ella no destruye ninguna clase
de vocación o de ocupaciones, sino que las adorna y em-
bellece.

Del mismo modo que algunas piedras preciosas baña-
das en miel se vuelven más fúlgidas y brillantes, sin per-
der su propio color, así también el que a su propia
vocación junta la devoción se hace más agradable a Dios
y más perfecto. Esta devoción hace que sea mucho más
apacible el cuidado de la familia, que el amor mutuo
entre marido y mujer sea más sincero, que la sumisión
debida a los gobernantes sea más leal, y que todas las
ocupaciones, de cualquier clase que sean, resulten más
llevaderas y hechas con más perfección.

Es, por tanto, un error, por no decir una herejía, el
pretender excluir la devoción de los regimientos milita-
res, del taller de los obreros, del palacio de los príncipes,
de los hogares y familias; hay que admitir, amadísima
Pilotea, que la devoción puramente contemplativa, mo-
nástica y religiosa no puede ser ejercida en estos oficios
y estados; pero, además de este triple género de devoción,
existen también otros muchos y muy acomodados a las
diversas situaciones de la vida seglar.

Así pues, en cualquier situación en que nos hallemos,
debemos y podemos aspirar a la vida de perfección.

Responsorio

R. Sed bondadosos y compasivos unos con otros, y per-
donaos mutuamente como también Dios os ha per-
donado en Cristo; * sed imitadores de Dios, como
hijos amados que sois.

V. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí
que soy manso y humilde de corazón.

R. Sed imitadores de Dios, como hijos amados que sois.

ORACIÓN.

Oremos:
Señor Dios nuestro, que quisiste que el obispo san
Francisco de Sales se hiciera todo para todos, para ga-
narlos a todos, haz que, iluminados por su ejemplo,
también nosotros sepamos manifestar la dulzura de tu
amor en el servicio de nuestros hermanos. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. Bendigamos al Señor.
R, Demos gracias a Dios.

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