Daniel +
1972-2001
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
HIMNO
Muere la vida y vivo yo sin vida
ofendiendo la vida de mi muerte
sangre divina de las venas vierte
y mi diamante su dureza olvida
Está la majestad de Dios tendida
en una dura cruz, y yo de suerte
que soy de sus dolores el más fuerte
y de su cuerpo la mayor herida.
¡Oh duro corazón de mármol frío!
¿Tiene tu Dios abierto el lado izquierdo
y no te vuelves un copioso rio?
Morir por él será divino acuerdo,
mas eres tú mi vida, Cristo mío,
y, como no la tengo, no la pierdo. Amén.
SALMODIA
Ant. 1 Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.
- Salmo 40 -
Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.
El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no la entrega a la saña sus enemigos.
El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.
Yo dije: "Señor, ten misericordia,
sáname porque he pecado contra ti."
Mis enemigos me desean lo peor:
"A ver si se muere y se acaba apellido."
El que viene a verme habla con fingimiento,
disimula su mala intención,
y cuando sale afuera, la dice.
Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,
hacen cálculos siniestros:
"Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse"
Incluso mi amigo, del que yo me fiaba,
que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme.
Pero tú, Señor, apiádate de mí,
haz que pueda levantarme,
para que yo les dé su merecido.
En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo no triunfa de mí.
A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.
Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén, Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1 Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.
Ant. 2 El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob
- Salmo 45 -
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra
y los montes se desplomen en el mar.
Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.
Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero la lanza de su trueno y se tambalea la tierra.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de jacob.
Venid a ver las obras del señor,
las maravillas que hace en la tierra:
Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.
"Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos mas alto que la tierra."
El señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2 El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob
Ant. 3 Vendrán todas las naciones y se
postraran en tu acatamiento, Señor.
Cántico.
Ap. 15,3-4
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiesto.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3 Vendrán todas las naciones y se
postraran en tu acatamiento, Señor.
LECTURA BREVE
St 5, 16. 19-20
Confesaos mutuamente vuestros pecados y rogad
unos por otros, para alcanzar vuestra curación, pues
la oración ferviente del justo tiene gran eficacia. Her-
manos, si alguno de entre vosotros se desvía de la
verdad y otro logra corvertirlo, sepa que quien con-
vierte a un pecador de su camino equivocado salvará
su alma de la muerte y cubrirá la multitud de sus
pecados.
RESPONSORIO BREVE
V. Yo dije: "Señor, ten misericordia."
R. Yo dije: "Señor, ten misericordia."
V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Señor, ten misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo dije: "Señor, ten misericordia."
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas
que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja allí
tu ofrenda ante el altar, y ve primero a reconcilarte
con tu hermano; vuelve luego y presenta tu ofrenda.
Cántico de la Santísima Virgen María
Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes
por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
--como lo había prometido a nuestros padres--
en favor de Abraham y su descendencia
por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas
que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja allí
tu ofrenda ante el altar, y ve primero a reconcilarte
con tu hermano; vuelve luego y presenta tu ofrenda.
PRECES.
Señor, haz que tu pueblo vaya penetrando debida-
mente el sentido de la Cuaresma y se prepare así a
la fiestas pascuales, para que la penitencia corporal,
propia de este tiempo, sirva para la renovación espi-
ritual de todos tus fieles. Por nuestro Señor Jesucris-
to, tu Hijo.
CONCLUSIÓN.
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