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Vísperas
LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA, REINA.
Memoria

22 de agosto

Martha de Jesús+
1941-2008

Daniel +
1972-2001

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

De hermosas contradicciones
te vemos, Reina, adornada,
muy mujer para divina,
muy celestial para humana.

Con admiración, en ella
se ve la ley derogada,
muy humilde para Reina,
muy exenta para esclava.

Por su caudillo la tienen
las celestiales escuadras,
para combatir muy tierna,
para niña muy armada.

Lal dignidad de que goza
con su modestia batalla,
para mandar muy pequeña,
para humillarse muy alta.

Une en sus divinos ojos
al temor la confianza,
muy terrible para hermosa,
para espantar muy amada.

Colocada en el empíreo,
en la celestial morada,
corto solio a su grandeza,
a su humildad mucho alcázar. Amén.

SALMODIA

Ant. 1 Alégrate María, llena de gracia, el Señor
está contigo.

Salmo 121

¡Qué alegría cuando me dijeron:
"Vamos a la casa del Señor!"
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

Según la costumbre d Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
"Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios."

Por mis hermanos y compañeros
voy a decir: "La paz contigo."
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Alégrate María, llena de gracia, el Señor
está contigo.

Ant. 2 Aquí está la esclava del Señor, hágase en
mí según tu palabra.

-Salmo 126-

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas;
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Aquí está la esclava del Señor, hágase en
mí según tu palabra.

Ant. 3 Bendita tú entre las mujeres y bendito el
fruto de tu vientre.

Cántico
Ef. 1, 3-10

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Este es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas
tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Bendita tú entre las mujeres y bendito el
fruto de tu vientre.

LECTURA BREVE

Ga 4, 4-5

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo,
nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para res-
catar a los que estaban bajo la ley, para que recibié-
ramos el ser hijos por adopción.

RESPONSORIO BREVE

V. Alégrate, María, llena de gracia,
el Señor está contigo.
R. Alégrate, María, llena de gracia,
el Señor está contigo.

V. Bentita tú entre las mujeres y
bendito el fruto de tu vientre.
R. El Señor está contigo.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Alégrate, María, llena de gracia,
el Señor está contigo.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Dichosa tú, María, porque has creído lo que te ha
dicho el Señor; por eso reinas ya eternamente con Cristo.

Cántico de la Santísima Virgen María
Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes
por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
--como lo había prometido a nuestros padres--
en favor de Abraham y su descendencia
por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dichosa tú, María, porque has creído lo que te ha
dicho el Señor; por eso reinas ya eternamente con Cristo.

PRECES.

Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopo-
deroso, que quiso que todas las generaciones, felicita-
ran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle
diciendo:

Mira a la llena de gracia y escúchanos.

Señor, Dios nuestro, admirable siempre en tus
obras, que has querido que la inmaculada Virgen
María participara en cuerpo y alma de la gloria de
Jesucristo,
haz que todos tus hijos deseen y caminen hacia
esta misma gloria.

Tú que nos diste a María por madre, concede por
su mediación salud a los enfermos, consuelo a los
tristes, perdón a los pecadores
y a todos abudancia de salud y paz.

Tú que hiciste de María la llena de gracia,
concede la abundancia de tu gracia a todos los
hombres.

Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y
una sola alma por el amor,
y que todos los fieles perseveren unánimes en la
oración con María, la madre de Jesús.

Se pueden añadir algunas intenciones libres
peticiones

Tú que coronaste a María como reina del cielo,
haz que los difuntos puedan alcanzar con todos
los santos la felicidad de su reino.

Confiando en el Señor, que hizo obras grandes en
María, pidamos al Padre que colme también de bie-
nes al mundo hambriento:

Padre Nuestro ........

ORACIÓN.

Señor, Dios nuestro, que nos has dado como madre
y como reina a la Madre de tu Hijo, concédenos que,
protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria
que tienes preparada a tus hijos en el reino de los
cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.

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