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Oficio de lectura
Viernes III Ordinario
SANTO TOMÁS DE AQUINO,
presbítero y doctor de la Iglesia.
Memoria.

28 de enero

Nació alrededor del año 1225, de la familia de los condes
de Aquino. Estudió primero en el monasterio de Montecasino,
luego en Nápoles, más tarde ingresó en la Orden de Predica-
dores, y completó sus estudios en París y en clonia, donde
tuvo por maestro san Alberto Magno. Escribió muchas obras
llenas de erudición y ejerció también el profesorado, contribu-
yendo en gran manera al incremento de la filosofía y de la
teología. Murió cerca de Terracina el día 7 de marzo de 1274.
Su memoria se celebra en día 28 de enero por razón de que en
esta fecha tuvo lugar, el año 1369, el traslado de su cuerpo a
Tolosa.

Martha de Jesús+
1941-2008

Daniel +
1972-2001

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
[Sal 94] ó [Sal 99] ó [Sal 66] ó [Sal 23]

HIMNO

Delante de tus ojos
ya no enrojecemos
a causa del antiguo
pecado d tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.

En medio de los pueblos
nos guardas como un resto,
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.

Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.

¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor, que es justo,
revoca sus decretos:
la salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo. Amén.

SALMODIA

Ant.1 Estoy agotado de gritar y de tanto aguardar a mi Dios.

- Salmo 68, 2-22. 30-37 -
--I--

Dios mío, sálvame,
que me llega el agua al cuello:
me estoy hundiendo en un cieno profundo
y no puedo hacer pie;
he entrado en la hondura del agua,
me arrastra la corriente.

Estoy agotado de gritar,
tengo ronca la garganta;
se me nublan los ojos
de tanto aguardar a mi Dios.

Más que los cabellos de mi cabeza
son los que me odian sin razón;

más duros que mis huesos,
los que me atacan injustamente.
¿Es que voy a devolver
lo que no he robado?

Dios mío, tú conoces mi ignorancia,
no se te ocultan mis delitos.
Que por mi causa no queden defraudados
los que esperan en ti, Señor de los ejércitos.

Que por mi causa no se avergüencen
los que te buscan, Dios de Israel.
Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.

Soy un extraño para mis hermanos,
un extraño para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí.

Cuando me aflijo con ayunos, se burlan de mí;
cuando me visto de saco, se ríen de mí;
sentados a la puerta murmuran,
mientras beben vino me cantan burlas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.1 Estoy agotado de gritar y de tanto aguardar a mi Dios.

Ant. 2 En mi comida me echaron hiel, para mi sed me
dieron vinagre.

--II--

Pero mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude:

Arráncame del cieno, que no me hunda;
líbrame de los que me aborrecen,
y de las aguas sin fondo.

Que no me arrastre la corriente,
que no me trague el torbellino,
que no se cierre la poza sobre mí.

Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia,
por tu gran conpasión vuélvete hacia mí;
no escondas tu rostro a tu siervo:
estoy en peligro, respóndeme en seguida.

Acércate a mí, rescátame,
líbrame de mis enemigos:
estás viendo mi afrenta,
mi vergüenza y mi deshonra;
a tu vista está los que me acosan.

La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco.
Espero compasión, y no la hay;
consoladores, y no los encuentro.
En mi comida me echaron hiel,
para mi sed me dieron vinagre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 En mi comida me echaron hiel, para mi sed me
dieron vinagre.

Ant. 3 Buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.

--III--

Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias;
le agradará a Dios más que un toro,
más que un novillo con cuernos y pezuñas.

Miradlo los humildes y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos.
Alábenlo el cielo y la tierra,
las aguas y cuanto bulle en ellas.

El Señor salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá,
y las habitarán en posesión.
La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.

VERSÍCULO

V. El Señor nos instruirá en sus caminos.
R. Y marcharemos por sus sendas.

PRIMERA LECTURA

Del libro del Génesis
24, 33-41. 49-67

En aquellos días, cuando ofrecieron de comer al cria-
do de Abraham, él rehusó:

«No comeré hasta explicar mi asunto.»

Y le dijeron:

«Habla.»

Entonces él comenzó:

«Soy criado de Abraham. El Señor ha bendecido in-
mensamente a mi amo y lo ha hecho rico; le ha dado
ovejas y vacas, oro y plata, siervos y siervas, camellos
y asnos; Sara, la mujer de mi amo, siendo ya vieja, le
ha dado un hijo, que lo hereda todo. Mí amo me tomó
juramento:

"Cuando le busques mujer a mi hijo, no la escogerás
de los cananeos, en cuya tierra habito, sino que irás a
casa de mi padre y mis parientes, y allí le buscarás mujer
a mi hijo."

Yo le contesté:

"¿Y si la mujer no quiere venir conmigo?"

Él replicó:

"El Señor, en cuya presencia me muevo, enviará su
ángel contigo, dará éxito a tu empresa, y encontrarás
mujer para mi hijo en la casa de mi padre y mis pa-
rientes. Pero quedarás libre del juramento si, llegado a
casa de mis parientes, no te la quieren dar; entonces
quedarás libre del juramento."

Por tanto, si queréis ser leales y sinceros con mi amo,
decídmelo y, si no, decídmelo también, para actuar en
consecuencia.»

Labán y Betuel le contestaron:

«El asunto viene del Señor, nosotros no podemos
responderte bien o mal. Ahí tienes a Rebeca, tómala y
vete; y sea la mujer del hijo de tu amo, como el Señor
ha dicho.»

Cuando el criado de Abraham oyó esto, se postró en
tierra ante el Señor. Después, sacó ajuar de plata y oro
y vestidos, y se los ofreció a Rebeca; y ofreció regalos
al hermano y a la madre. Comieron y bebieron él y sus
compañeros, y, a la mañana siguiente, se levantaron y
dijeron:

«Dejadme volver a mi amo.»

El hermano y la madre replicaron:

«Deja que la chica se quede con nosotros unos diez
días, después se marchará.»

Pero él replicó:

«No me detengáis, después que el Señor ha dado éxi-
to a mi viaje: dejadme volver a mi amo.»

Ellos dijeron:

«Vamos a llamar a la chica y a preguntarle su opi-
nión.»

Llamaron a Rebeca y le preguntaron:

«¿Quieres ir con este hombre?»

Ella respondió:

«Sí.»

Entonces, despidieron a Rebeca y a su nodriza, al
criado de Abraham y a sus compañeros. Y bendijeron
a Rebeca:

«Tú eres nuestra hermana: crece mil y mil veces, y
que tu descendencia someta el poder de sus enemigos.»

Rebeca y sus compañeras se levantaron, montaron en
los camellos y siguieron al hombre; y así se llevó a Re-
beca el criado de Abraham.

Isaac se había trasladado del «Pozo del que vive y
ve» al territorio del Negueb. Una tarde salió a pasear
por el campo y, alzando la vista, vio acercarse unos ca-
mellos. También Rebeca alzó la vista y, al ver a Isaac,
bajó del camello y d'jo al criado:

«¿Quién es aquel hombre que viene en dirección nues-
tra por el campo?»

Respondió el criado:

«Es mi amo.»

Y ella tomó el velo y se cubrió. El criado le contó a
Isaac todo lo que había hecho. Isaac introdujo a Rebeca
en la tienda de Sara, su madre, la tomó por esposa y,
con su amor, se consoló de la muerte de su madre.

Responsorio

R. Levántate, amada mía, y ven; déjame escuchar tu
voz, - porque es muy dulce tu hablar y gracioso
tu semblante.

V. Isaac introdujo a Rebeca en la tienda de su madre,
la tomó por esposa y la amó.

R. Porque es muy dulce tu hablar y gracioso tu sem-
blante.

SEGUNDA LECTURA

De las Conferencias de santo Tomás de Aquino, pres-
bítero

¿Era necesario que el Hijo de Dios padeciera por no-
sotros? Lo era, ciertamente, y por dos razones fáciles
de deducir: la una, para remediar nuestros pecados; la
otra, para darnos ejemplo de cómo hemos de obrar.

Para remediar nuestros pecados, en efecto, porque
en la pasión de Cristo encontramos el remedio contra
todos los males que nos sobrevienen a causa del pecado.

La segunda razón tiene también su importancia, ya
que la pasión de Cristo basta para servir de guía y mo-
delo a toda nuestra vida. Pues todo aquel que quiera
llevar una vida perfecta no necesita hacer otra cosa que
despreciar lo que Cristo despreció en la cruz y apetecer
lo que Cristo apeteció. En la cruz hallamos el ejemplo
de todas las virtudes.

Si buscas un ejemplo de amor: Nadie tiene más amor
que el que da la vida por sus amigos. Esto es lo que
hizo Cristo en la cruz. Y por esto, si él entregó su vida
por nosotros, no debemos considerar gravoso cualquier
mal que tengamos que sufrir por él.

Si buscas un ejemplo de paciencia, encontrarás el
mejor de ellos en la cruz. Dos cosas son las que nos dan
la medida de la paciencia: sufrir pacientemente grandes
males, o sufrir, sin rehuirlos, unos males que podrían
evitarse. Ahora bien, Cristo, en la cruz, sufrió grandes
males y los soportó pacientemente, ya que en su pasión
no profería amenazas; como cordero llevado al mata-
dero, enmudecía y no abría la boca. Grande fue la pa-
ciencia de Cristo en la cruz: corramos también nosotros
con firmeza y constancia la carrera para nosotros pre-
parada. Llevemos los ojos fijos en Jesús, caudillo y con-
sumador de la fe, quien, para ganar el gozo que se le
ofrecía, sufrió con toda constancia la cruz, pasando por
encima de su ignominia.

Si buscas un ejemplo de humildad, mira al crucifi-
cado: él, que era Dios, quiso ser juzgado bajo el poder
de Poncio Pilato y morir.

Si buscas un ejemplo de obediencia, imita a aquel que
se hizo obediente al Padre hasta la muerte: Como por
la desobediencia de un solo hombre —es decir, de Adán—
todos los demás quedaron constituidos pecadores, así
también por la obediencia de uno solo todos quedarán
constituidos justos.

Si buscas un ejemplo de desprecio de las cosas te-
rrenales, imita a aquel que es Rey de reyes y Señor de
señores, en el cuál están escondidos todos los tesoros
de la sabiduría y de la ciencia, desnudo en la cruz, bur-
lado, escupido, flagelado, coronado de espinas, a quien,
finalmente, dieron a beber hiél y vinagre.

No te aficiones a los vestidos y riquezas, ya que se
reparten mi ropa; ni a los honores, ya que él experimentó
las burlas y azotes; ni a las dignidades, ya que, entrete-
jiendo una corona de espinas, la pusieron sobre mi ca-
beza; ni a los placeres, ya que para mi sed me dieron
vinagre.

Responsorio

R. Supliqué y se me concedió la prudencia, invoqué y
vino a mí un espíritu de sabiduría. * La preferí a
los cetros y a los tronos, y en su comparación tuve
en nada la riqueza.

V. Señor, ¿quién hubiera conocido tu voluntad, si tú no
le hubieses dado la sabiduría y no le hubieses en-
viado de lo alto tu Espíritu Santo?

R. La preferí a los cetros y a los tronos, y en su com-
paración tuve en nada la riqueza.

ORACIÓN.

Oremos:
Señor Dios nuestro, que hiciste admirable a santo
Tomás de Aquino por su sed de santidad y por su
amor a las ciencias sagradas, te pedimos que nos des
su luz para entender sus enseñanzas y fuerza para
imitar su vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. Bendigamos al Señor.
R, Demos gracias a Dios.

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