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Oficio de lectura
Jueves XXXIII Ordinario
LA PRESENTACIÓN
DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA.
Memoria

21 de noviembre.

En este día, en que se recuerda la dedicación, el año 543
de la iglesia de Santa María la Nueva, construida cerca del
templo de Jerusalén, celebramos, junto con los cristianos de
la Iglesia Oriental, la "dedicación" que María hizo de sí misma
a Dios, ya desde su infancia, movida por el Espíritu Santo, de
cuya gracia estaba llena desde su concepción inmaculada.

Martha de Jesús+
1941-2008

Daniel +
1972-2001

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios.
[Sal 94] ó [Sal 99] ó [Sal 66] ó [Sal 23]

HIMNO

Salve madre de misericordia,
madre de esperanza y de perdón,
madre de Dios y madre de gracia,
madre llena de gozo y amor.

Jardín floral de virtudes lleno,
todo fragante, de rico olor,
madre querida, con tus consuelos
atiende, pía, nuestro dolor.

Te creó el Padre sumo,increado;
su Unigénito tu seno honró;
el Espíritu Almo te fecunda,
a los tres damos gloria y honor. Amén.

SALMODIA

Ant.1 La promesa del Señor es escudo para los que
a ella se acogen.

- Salmo 17, 31-51-
--IV--

Perfecto es el camino de Dios,
acendrada es la promesa del Señor;
él es escudo para los que a él se acogen.

¿Quién es dios fuera del Señor?
¿Qué roca hay fuera de nuestro Dios?
Dios me ciñe de valor
y me enseña un camino perfecto;

él me da pies de ciervo
y me coloca en las alturas;
él adiestra mis manos para la guerra,
y mis brazos para tensar la ballesta.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.1 La promesa del Señor es escudo para los que
a ella se acogen.

Ant. 2 Tu diestra, Señor, me sostuvo.

--V--

Me dejaste tu escudo protector,
tu diestra me sostuvo,
multiplicaste tus cuidados conmigo.
Ensanchaste el camino a mis pasos
y no flaquearon mis tobillos;

yo perseguía al enemigo hasta alcanzarlo;
y no me volvía sin haberlo aniquilado:
los derroté y no pudieron rehacerse,
cayeron bajo mis pies.

Me ceñiste de valor para la lucha,
doblegaste a los que me resistían;
hiciste volver la espalda a mis enemigos,
rechazaste a mis adversarios.

Pedían auxilio, pero nadie los salvaba;
gritaban al Señor, pero no les respondía.
Los reduje a polvo, que arrebata el viento;
los pisoteaba como barro de las calles.

Me libraste de las contiendas de mi pueblo,
me hiciste cabeza de naciones,
un pueblo extraño fue mi vasallo.

Los extrnjeros me adulaban,
me excuchaban y me obedecían.
Los extrangeros palidecían
y salían temblando de sus baluartes.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Tu diestra, Señor, me sostuvo.

Ant. 3 Viva el Señor, sea ensalzado mi Dios y Salvador.

--VI--

Viva el Señor, bendita sea mi roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador:
el Dios que me dio el desquite
y me sometió los pueblos;

que me libró de mis enemigos,
me levantó sobre los que resistían
y me salvó del hombre cruel.

Por eso te daré gracias entre las naciones, Señor,
y tañeré en honor de tu nombre:
tu diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Ungido,
de David y su linaje por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Viva el Señor, sea ensalzado mi Dios y Salvador.

VERSÍCULO

V. Ábreme, Señor, los ojos.
R. Y contemplaré las maravillas de tu voluntad.

PRIMERA LECTURA

Comienza el libro del profeta Daniel
1, 1-21

El año tercero de Joaquín, rey de Judá, Nabucodo-
nosor, rey de Babilonia, vino a Jerusalén y la sitió. El
Señor entregó en sus manos a Joaquín, rey de Judá,
así como parte de los objetos de la casa de Dios. Él los
llevó al país de Senaar y depositó los objetos en la casa
del tesoro de sus dioses.

El rey mandó a Aspenaz, jefe de sus eunucos, tomar
de entre los hijos de Israel, de estirpe real o de familia
noble, algunos jóvenes, sin defecto corporal, de buen
parecer, diestros en toda sabiduría, cultos e inteligentes,
idóneos para servir en la corte del rey, con el fin de
enseñarles la escritura y la lengua de los caldeos. El rey
les asignó una ración diaria de sus manjares y del vino
de su mesa. Deberían ser educados durante tres años,
después de lo cual entrarían al servicio del rey. Entre
ellos se encontraban Daniel, Ananías, Misael y Azarlas,
que eran judíos. El jefe de los eunucos les puso nuevos
nombres: Daniel se llamaría Beltsasar, Ananías Sadrac,
Misael Mesac y Azarías Abed-Negó. Daniel, que tenía el
propósito de no contaminarse compartiendo los manjares
del rey y el vino de su mesa, suplicó al jefe de los eunu-
cos que le ahorrara esta contaminación. Dios concedió a
Daniel hallar favor y gracia ante el jefe de los eunucos.
Éste, sin embargo, dijo a Daniel:

«Temo al rey, mi señor; él ha asignado vuestra comida
y vuestra bebida, y si llega a ver vuestros rostros más
macilentos que los de los jóvenes de vuestra edad, ex-
pondríais mi cabeza a los ojos del rey.»

Daniel dijo entonces al guarda a quien el jefe de los
eunucos había confiado el cuidado de Daniel, Ananías,
Misael y Azarías:

«Pon a prueba, te ruego, a tus siervos durante diez
días: désenos de comer legumbres y de beber agua; des-
pués puedes comparar nuestro aspecto con el de los jó-
venes que comen los manjares del rey, y hacer con tus
siervos con arreglo a lo que hayas visto.»

Aceptó él la propuesta y los puso a prueba durante
diez días. Al cabo de los diez días se vio que tenían mejor
aspecto y semblante que todos los jóvenes que comían
los manjares del rey. Desde entonces el guarda retiró
sus manjares y el vino que tenían que beber, y les dio
legumbres. A estos cuatro jóvenes les concedió Dios
ciencia e inteligencia en toda clase de letras y sabiduría.
Particularmente Daniel poseía el discernimiento de visio-
nes y sueños.

Al cabo del tiempo establecido por el rey para que le
fueran presentados los jóvenes, el jefe de los eunucos los
llevó ante Nabucodonosor. El rey conversó con ellos, y
entre todos no se encontró ningún otro como Daniel,
Ananías, Misael y Azarías. Quedaron, pues, al servicio
del rey. Y, en cuantas cosas de sabiduría o de inteli-
gencia los consultó el rey, los encontró diez veces supe-
riores a todos los magos y adivinos que había en todo
su reino. Daniel permaneció allí hasta el año primero del
rey Ciro.

Responsorio

R. Dios les concedió ciencia y sabiduría y confirmó en
ellos la gracia de su espíritu. * El Señor llenó sus
mentes de inteligencia.

V. El rey encontró en ellos respuesta a cuantas cosas
de sabiduría o de inteligencia les consultó.

R. El Señor llenó sus mentes de inteligencia.

SEGUNDA LECTURA

De los Sermones de san Agustín, obispo

Os pido que atendáis a lo que dijo Cristo el Señor, ex-
tendiendo la mano sobre sus discípulos: Éstos son mi
madre, y mis hermanos; y el que hace la voluntad de mi
Padre, que me ha enviado, es mi hermano y mi hermana
y mi madre. ¿Por ventura no cumplió la voluntad del Pa-
dre la Virgen María, ella, que dio fe al mensaje divino,
que concibió por su fe, que fue elegida para que de ella
naciera entre los hombres el que había de ser nuestra
salvación, que fue creada por Cristo antes que Cristo
fuera creado en ella? Ciertamente, cumplió santa María,
con toda perfección, la voluntad del Padre, y por esto
es más importante su condición de discípula de Cristo
que la de madre de Cristo, es más dichosa por ser dis-
eípula de Cristo que por ser madre de Cristo. Por esto
María fue bienaventurada, porque, antes de dar a luz a su
maestro, lo llevó en su seno.

Mira si no es tal como digo. Pasando el Señor, seguido
de las multitudes y realizando milagros, dijo una mujer:
Dichoso el seno que te llevó. Y el Señor, para enseñar-
nos que no hay que buscar la felicidad en las realidades
de orden material, ¿qué es lo que respondió?: Dichosos
más bien los que escuchan la palabra de. Dios y la cum-
plen. De ahí que María es dichosa también porque escu-
chó la palabra de Dios y la cumplió; llevó en su seno
el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente
la verdad de Cristo. Cristo es la verdad, Cristo tuvo un
cuerpo: en la mente de María estuvo Cristo, la verdad;
en su seno estuvo Cristo hecho carne, un cuerpo. Y es
más importante lo que está en la mente que lo que se
lleva en el seno.

María fue santa, María fue dichosa, pero más impor-
tante es la Iglesia que la misma Virgen María. ¿En qué
sentido? En cuanto que María es parte de la Iglesia, un
miembro santo, un miembro excelente, un miembro su-
pereminente, pero un miembro de la totalidad del cuerpo.
Ella es parte de la totalidad del cuerpo, y el cuerpo ente-
ro es más que uno de sus miembros. La cabeza de este
cuerpo es el Señor, y el Cristo total lo constituyen la ca-
beza y el cuerpo. ¿Qué más diremos? Tenemos, en el
cuerpo de la Iglesia, una cabeza divina, tenemos al mismo
Dios por cabeza.

Por tanto, amadísimos hermanos, atended a vosotros
mismos: también vosotros sois miembros de Cristo, cuer-
po de Cristo. Así lo afirma el Señor, de manera equiva-
lente, cuando dice: Éstos son mi madre y mis hermanos.
¿Cómo seréis madre de Cristo? El que escucha y el que
hace la voluntad de mi Padre celestial es mi hermano y
mi hermana y mi madre. Podemos entender lo que signi-
fica aquí el calificativo que nos da Cristo de «hermanos»
y «hermanas»: la herencia celestial es única, y, por tanto,
Cristo, que siendo único no quiso estar solo, quiso que
fuéramos herederos del Padre y coherederos suyos.

Responsorio

R. Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios:
* porque me ha vestido un traje de gala, como
a una novia que se adorna con sus joyas.

V. Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra
mi espíritu en Dios mi salvador.

R. Porque me ha vestido un traje de gala, como a una
novia que se adorna con sus joyas.

ORACIÓN.

Oremos:
Señor, Dios nuestro, al celebrar esta festividad de
la Santísima Virgen María, te pedimos, por su inter-
cesión, nos concedas también a nosotros participar de
la plenitud de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucris-
to, tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. Bendigamos al Señor.
R, Demos gracias a Dios.

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