I semana
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
HIMNO
Oh Jesús, que en tu cruz has demostrado
tu gran amor, tu gran misericordia,
y tu fuerza nos das para seguirte
por el mismo camino hacia la gloria.
Que fielmente cumplamos en tu Iglesia
nuestra parte en tu obra salvadora,
y, al llegar a la tarde de la vida,
con gozo eterno el Padre nos acoja.
Gracias, Padre, a ti porque nos llamas,
a Jesús, que en su sangre nos redime,
y al Espíritu Santo, luz y guía
de este pueblo que al cielo se dirige. Amén.
SALMODIA
Ant. 1 Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia
en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.
Salmo 118, 33-44
Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes,
y lo seguiré puntualmente;
enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón;
guíame por la senda de tus mandatos,
porque ella es mi gozo.
Inclina mi corazón a tus preceptos,
y no al interés;
aparta mis ojos de las vanidades,
dame vida con tu palabra;
cumple a tu siervo la promesa
que hiciste a tus fieles.
Aparta de mí la afrenta que temo,
porque tus mandamientos son amables;
mira cómo ansío tus decretos:
dame vida con tu justicia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1 Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia
en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.
Ant. 2 Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia
en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.
Salmo 33
--I--
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
Contempladlo y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias.
El ángel del Señor acampa
en torno a tus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.
Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2 Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia
en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.
Ant. 3 Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia
en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.
--II--
Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor;
¿hay alguién que ame la vida
y desee días de prosperidad?
Guarda tu lengua del mal,
tus labios de la falsedad;
apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella.
Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y nos libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos los libra el Señor;
él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará.
La maldad da muerte al malvado,
y los que odian al justo serán castigados.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3 Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia
en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.
LECTURA BREVE
1Jn 2, 8b-10
Las tinieblas van pasando y ya brilla la luz verdadera.
Quien dice que está en la luz y aborrece a su herma-
no está todavía en las tinieblas. Quien ama a su her-
mano está siempre en la luz; y no hay ocasión de rui-
na en él.
V. Mi sacrificio es un espiritu contrito
R, Un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
OREMOS:
Dios nuestro, aunque continuamente realizas la sal-
vación de los hombres, sin embargo, concedes a tu
pueblo gracias más abundantes en este tiempo de
Cuaresma; dígnate, pues, mirar con amor el esfuerzo
cuaresmal de tus elegidos y concede tu ayuda tanto a
los catecúmenos que van a recibir el bautismo como a
tus hijos que ya lo hemos recibido. Por nuestr Señor
Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN.
V. Bendigamos al Señor.
R, Demos gracias a Dios.
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2024