I semana
Daniel +
1972-2001
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
HIMNO
Oh Jesús, que en tu cruz has demostrado
tu gran amor, tu gran misericordia,
y tu fuerza nos das para seguirte
por el mismo camino hacia la gloria.
Que fielmente cumplamos en tu Iglesia
nuestra parte en tu obra salvadora,
y, al llegar a la tarde de la vida,
con gozo eterno el Padre nos acoja.
Gracias, Padre, a ti porque nos llamas,
a Jesús, que en su sangre nos redime,
y al Espíritu Santo, luz y guía
de este pueblo que al cielo se dirige. Amén.
SALMODIA
Ant. 1 Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia
en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.
Salmo 118, 17-24
Haz bien a tu siervo: viviré
y cumpliré tus palabras;
ábreme los ojos y comtemplaré
las maravillas de tu voluntad;
soy un forastero en la tierra:
no me ocultes tus promesas.
Mi alma se consume, deseando
contínuamente tus mandamientos;
reprendes a los soberbios,
infelices los que se apartan de tus mandamientos;
aleja de mi las afrentas y el deprecio,
porque observo tus preceptos.
Aunque los nobles se sientan a murmurar de mí,
tu siervo medita tus leyes;
tus preceptos son mi delicia,
tus decretos son mis consejeros.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1 Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia
en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.
Ant. 2 Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia
en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.
Salmo 24
--I--
A ti, Señor, levanto mi alma;
Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado,
que no triunfen de mí mis enemigos;
pues los que esperan en ti no quedan defraudados,
mientras que el fracaso malogra a los traidores.
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador,
y todo el día te estoy esperando.
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
no te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandamientos.
Por el honor de tu nombre, Señor,
perdona mis culpas, que son muchas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2 Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia
en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.
Ant. 3 Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia
en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.
--II--
¿Hay alguien que tema al Señor?
Él le enseñará el camino escogido:
su alma vivirá feliz,
su descendencia poseerá la tierra.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza.
Tengo los ojos puestos en el Señor,
porque él saca mis pies de la red.
Mírame, ¡oh Dios!, y ten piedad de mí,
que estoy solo y afligido.
Ensancha mi corazón oprimido
y sácame de mis tribulaciones.
Mira mis trabajos y mis penas
y perdona todos mis pecados;
mira cuántos son mis enemigos,
que me detestan con odio cruel.
Guarda mi vida y líbrame,
no quede yo defraudado de haber acudido a ti.
La inocencia y la rectitud me protegerán,
porque espero en ti.
Salva, ¡oh Dios!, a Israel
de todos sus peligros.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3 Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia
en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.
LECTURA BREVE
Hb 10, 35-36
No perdáis vuestra confianza. Ella lleva en sí una
gran recompensa. Tenéis necesidad de constancia, para
que, cumpliendo la voluntad de Dios, podáis alcanzar la
promesa.
V. Mi sacrificio es un espiritu contrito
R, Un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
OREMOS:
Señor, haz que nos iniclinemos siempre a pensar
con rectitud y practicar el bien con diligencia y,
puesto que no podemos existir sin ti, concédenos vi-
vir siempre según tu voluntad. Por nuestro Señor Je-
sucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN.
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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