semana 34
Daniel +
1972-2001
INVITATORIO
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Ant Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.
HIMNO
¿Qué diré yo, miserable,
quién me será favorable,
si el justo tiene temor?
Rey sublime y majestuoso,
si a todos salvas piadoso,
sálvame por tu bondad.
Recuerda, Dios, que mi vida
fue causa de tu venida;
aquel día, ten piedad.
Por buscarme, te has cansado;
por salvarme, te han clavado;
¿será vana tu pasión?
Justo juez, por tu clemencia,
haz que logre tu indulgencia,
haz que alcance tu perdón.
De mis ojos brota el llanto,
de mis culpas yo me espanto;
oh Señor, perdón, piedad.
Oh Dios santo, el uno y trino,
llévanos por tu camino
a la patria celestial. Amén.
SALMODIA
Ant. 1 Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.
- Salmo 42 -
Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.
Tú eres mi Dios y protector,
¿Por qué me rechazas?
¿por que voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que té de gracias al son de la cítara,
Señor, Dios mío.
¿Por que te acongojas, alma mía,
por que te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo,
"salud de mi rostro, Dios mío"
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1 Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.
Ant. 2 Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.
Cántico
Is. 38,10-14. 17-20
Yo pensé: "En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años."
Yo pensé: "Ya no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.
Levantan y enrollan mi vida,
como una tienda de pastores
Como un tejedor devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama."
Día y noche me estás acabando,
sollozo hasta el amanecer.
Me quiebran los huesos como un león,
día y noche me estás acabando.
Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!
Me has curado, me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz
cuando tuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.
El abismo no te da gracias,
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.
Los vivos, los vivos son quienes de alaba:
como yo ahora.
El Padre enseñan a sus hijos tu fidelidad.
Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2 Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.
Ant. 3 ¡Oh Dios!, tu mereces un himno en Sión. +
- Salmo 64 -
¡Oh Dios!, tu mereces un himno en Sión,
+
y a ti se te cumplen los votos,
porque tu escuchas las suplicas.
A ti acude todo mortal
a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonas.
Dichoso el que tu eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los vienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo.
Con portentos de justicia nos respondes,
Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto;
tú, que afianzas los montes con tu fuerza,
ceñido de poder;
tú, que reprimes el estruendo del mar,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.
Los habitantes del extremo del orbe
se sobrecogen ante tus signos,
y a las puertas de la aurora y del ocaso
los llenas de júbilo.
Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua
preparas los trigales;
riega los surcos, iguala los terrones.
Tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes;
coronas el año con tus vienes,
las rodadas de tu carro rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría;
y las praderas se cubran de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que claman y cantan.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3 ¡Oh Dios!, tu mereces un himno en Sión.
LECTURA BREVE
1Ts 5, 4-5
No vivais, hermanos, en tinieblas para que el día del
Señor, no os sorprenda como ladrón; porque todos
sois hijos de la luz e hijos del día. No somos de la
noche ni de las tinieblas.
RESPONSORIO BREVE
V. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.
R. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.
V. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
R. Espero en tu palabra.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. De la mano de nuestros enemigos, líbranos, Señor.
Cántico de Zacarías
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con
nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visistará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestro pasos
por el camino de la paz
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
PRECES.
ORACIÓN.
Señor Jesucristo, luz verdadera que alumbras a todo
hombre y le muestras el camino de la salvación: con-
cédenos la abundancia de tu gracia para que prepa-
remos, delante de ti, sendas de justicia y de paz. Tú
que vives y reinas.
CONCLUSIÓN.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.
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