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Laudes
San Felipe de Jesús,
protomártir mexicano
México: Fiesta.

5 de febrero

Martha de Jesús+
1941-2008

Daniel +
1972-2001

Felipe de las Casa o de Jesús nació en la ciudad de Mé-
xico el año de 1572. En su adolescencia fue rebelde e incons-
tante. Sus padres lo enviaron a comerciar en las Islas Filipi-
nas. Algún tiempo después, vistió el hábito de la Orden de san
Francisco, en Manila. Ya profeso, le permitieron sus superio-
res regresar a México, para recibir allí la unción sacerdotal,
pero la tempestad arrojó el navío en que viajaba a las costas
del Japón, en donde poco después se descencadenó una san-
grienta persecución contra los cristianos. Felipe fue condena-
do a morir, juntamente con otros veinticinco cristianos. Tuvo
oportunidad de librarse de la muerte, por su calidad de náu-
frago, pero prefirió compartir la suerte de los perseguidos.
Murió con ellos heróicamente por la fe, crucificado y atra-
vesado por tres lanzas en 1597. Pío IX, en el año de 1862, lo
canonizó, juntamente con sus compañeros de martirio-

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.
[Sal 94] ó [Sal 99] ó [Sal 66] ó [Sal 23]

HIMNO

Salve, atleta victorioso,
ornato del Nuevo Mundo,
con tu sangre has fecundado
las espigas en el surco.

Tú, el primero del Anáhuac,
presentaste al Rey eterno
las primicias de la siembra
de la fe del Evangelio.

Los colores encendidos
de las rosas de ayate,
cual respuesta de tu raza,
florecieron en tu sangre.

Que ese firme testimonio
que sellaste con tu muerte
dé a tu patria una fe viva,
invesible y siempre fuerte.

A Dios Padre demos gloria
por la gloria de sus santos,
a su Hijo Jesucristo
y al Espíritu Paráclito. Amén.

SALMODIA

Ant. 1 Felipe sufrió el martirio y confesó el nombre
de nuestro Señor Jesucristo.

- Salmo 62 -

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansias de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a las sombras de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Felipe sufrió el martirio y confesó el nombre
de nuestro Señor Jesucristo.

Ant. 2 San Felipe exclamó: "Jesús, Jesús, Jesús", y
entregó su espíritu al Señor.

Cántico.
Dn. 3,57-88. 56

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Angeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieve, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzadlo, por los siglos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 San Felipe exclamó: "Jesús, Jesús, Jesús", y
entregó su espíritu al Señor.

Ant. 3 Te doy gracias, Señor Jesucristo, porque he
merecido dar testimonio de tu fe.

-Salmo 149-

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Te doy gracias, Señor Jesucristo, porque he
merecido dar testimonio de tu fe.

LECTURA BREVE

Rm 10, 10-15

Con el corazón creemos para obtener la justificación
y con la boca hacemos profesión de nuestra fe para al-
canzar la salvación. Pues dice la Escritura: "Todo el que
crea en él no será confundido." Porque ya no hay dis-
tinción entre judío y gentil, ya que uno mismo es el
Señor de todos, rico para todos los que lo invocan. Pues
todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.
Pero, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído?
Y ¿cómo oirán si nadie les predica? Y ¿cómo predicarán
si no son enviados? Como dice la Escritura: "¡Qué her-
mosos son los pies de los que anuncian el bien!"

RESPONSORIO BREVE

V. Dichoso el hombre que soporta la prueba.
R. Dichoso el hombre que soporta la prueba.

V. Porque, una vez aquilatado,
recibirá la corona de la vida.
R. El hombre que soporta la prueba.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Dichoso el hombre que soporta la prueba.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Un tiempo erais tinieblas, pero ahora sois luz en
el Señor; caminad, pues, como hijos de la luz.

Cántico de Zacarías
Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con
nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Un tiempo erais tinieblas, pero ahora sois luz en
el Señor; caminad, pues, como hijos de la luz.

PRECES.

Agradezcamos al Señor que en san Felipe de Jesús nos
ha dado un modelo para servirlo a él y a nuestros her-
manos hasta el completo sacrificio:

Concédenos, Señor, servir generosamente a nues-
tros hermanos.

Te alabamos, Señor, pues por medio de san Felipe
de Jesús y sus compañeros mártires nos muestras el
camino de la completa autenticidad;
concédenos profesar abnegada y generosamente
nuestra fe.

Te bendecimos, Señor, porque quisiste que san Fe-
lipe de Jesús fuese portador del mensaje de la cruz
a lejanas tierras;
haz que México sea siempre fiel a tu doctrina y la
difunda entre las naciones que menos te conocen.

Te glorificamos, Señor, porque por medio de tus mi-
sioneros continúas tu presencia entre nosotros y en
el mundo;
concédenos que nuestros misioneros sean totalmen-
te fieles a su misión de servir a tu palabra.

Te damos gracias, Señor, porque has querido que el
testimonio del santo Evangelio vaya arraigando en
nuestro patrio suelo y que desde él se difunda a
otras naciones;
concédenos saber confesar siempre nuestra fe con
las palabras y con las obras.

Se pueden añadir algunas intenciones libres
peticiones

Revistiéndonos del Espíritu de Jesús, digamos confia-
damente la oración que él mismo nos enseñó:
Padre nuestro .............

ORACIÓN.

Dios nuestro, que te dignaste aceptar la sangre de
san Felipe de Jesús como una primicia de la fe de nues-
tro pueblo, concédenos, por su intercesión, madurar en
esa misma fe, para que demos testimonio de ella no
sólo con las palabras, sino sobre todo con los actos de
nuestra vida diaria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.

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