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Laudes
Lunes III de Pascua

SAN ATANASIO, Obispo y Doctor de la Iglesia
Memoria

Nació en Alejandría el año 295; en el Concilio de Nicea
acompañó al Obispo Alejandro, del que fue luego sucesor.
Luchó incansablemente contra la herejía de los arrianos, lo
cual le acarreo muchos sufrimientos y ser desterrado varias
veces. Escribió importantes obras en defensa y explicación de
la fe ortodoxa. Murió el año 373.

Cirio Pascual

Martha de Jesús+
1941-2008

Daniel +
1972-2001

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant Verdaderamente ha resucitado el Señor, Aleluya.
[Sal 94] ó [Sal 99] ó [Sal 66] ó [Sal 23]

HIMNO

La bella flor que el suelo
plantada se vio marchita
ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo.

De tierra estuvo cubierta,
pero no fructificó
del todo, hasta que quedó
en un árbol seco injerta.
Y, aunque a los ojos del suelo
se puso después marchita,
ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo.

Todo es de flores la fiesta,
flores de finos olores,
más no se irá todo en flores,
porque flor de fruto es ésta.
Y, mientras su Iglesia grita
mendigando algún consuelo,
ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo.

Que nadie se sienta muerto
cuando resucita Dios,
que, si el barco llega al puerto,
llegamos junto con vos.
Hoy la Cristiandad se quita
sus vestidos de duelo.
Ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo. Amén.

SALMODIA

Ant. 1 Mi corazón y mi carne se alegran por ti,
Dios vivo. Aleluya.

-Salmo 83-

¡Qué deseables son tus moradas,
Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
se alegran por el Dios vivo.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío.

Dichosos los que viven en tu casa
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación:

cuando atraviesan áridos valles,
los convierten en oasis,
como si la lluvia temprana
los cubriera de bendiciones,
caminan de altura en altura
hasta ver a Dios en Sión.

Señor de los ejércitos, escucha mi súplica;
atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, ¡oh Dios!, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido.

Un sólo día en tu casa
vale más que otros mil,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados.

Porque el Señor es sol y escudo,
él da la gracia y la gloria,
el Señor no niega sus bienes
a los de conducta intachable.

¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre
que confía en ti!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Mi corazón y mi carne se alegran por ti,
Dios vivo. Aleluya.

Ant. 2 Pueblos numeros caminarán hacia el monte
del Señor. Aleluya.

Cántico
Is. 2,2-5

Al final de los días estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cima de los montes,
encumbrado sobre las montañas.

Hacia él confluirán los gentiles,
caminarán pueblos numerosos.
Dirán : "Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob:

Él nos instruirá en sus caminos,
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la Ley,
de Jerusalén la palabra del Señor."

Será el árbitro de las naciones,
el juez de los pueblos numerosos.

De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.

Casa de Jacob, ven:
caminemos a la luz del Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Pueblos numeros caminarán hacia el monte
del Señor. Aleluya.

Ant. 3 Decid a los pueblos: "El Señor es rey." Aleluya.

- Salmo 95 -

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras días su victoria.

Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones;
porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todo los dioses.

Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.

Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda;
decid a los pueblos: "El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente."

Alégrense el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto ha y en ellos,
aclamen los árboles del bosque,

delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Decid a los pueblos: "El Señor es rey." Aleluya.

LECTURA BREVE

Rm 10, 8b-10

"Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu co-
razón", es decir, el mensaje de la fe que nosotros
predicamos. Porque, si proclamas con tu boca a Je-
sús como Señor y crees en tu corazón que Dios lo
resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con
el corazón creemos para obtener la justificación y
con la boca hacemos profeción de nuestra fe para
alcanzar la salvación.

RESPONSORIO BREVE

V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.

V. El que por nosotros colgó de madero.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Trabajad por conseguir no el alimento perecedero,
sino el alimento que permanece y da vida eterna. Aleluya.

Cántico de Zacarías
Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con
nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Trabajad por conseguir no el alimento perecedero,
sino el alimento que permanece y da vida eterna. Aleluya.

PRECES.

Glorifiquemos a Cristo, a quien el Padre ha enalte-
cido dándole en herencia todas las naciones, y digá-
mosle suplicantes:

Por tu victoria, sálvanos, Señor.

Señor Jesucristo, que en tu victoria destruiste el
poder del abismo, venciendo a la muerte y el pecado,
haz que también nosotros venzamos hoy el pe-
cado.

Tú que alejaste de nosostros la muerte nos has
dado nueva vida,
concédenos andar hoy por la senda de esta vida
nueva.

Tú que diste vida a los muertos, haciendo pasar a
la humanidad entera de la muerte a la vida,
concede el don de la vida eterna a cuantos se re-
lacionarán hoy con nosotros.

Tú que llenaste de confusión a los que hacían guar-
dia ante tu sepulcro y alegraste a los discípulos
con tus apariciones,
llena de gozo a cuantos te sirven.

Se pueden añadir algunas [Intenciones] libres
peticiones

Porque deseamos que la luz de Cristo alumbre a
todos los hombres, pidamos al Padre que su reino
llegue a nosostros:

Padre nuestro .............

ORACIÓN.

Dios todopoderoso y eterno, que suscitaste a san Ata-
nasio como preclaro defensor de la divinidad de tu Hijo,
haz que nosotros, iluminados por sus enseñanzas y ayu-
dados por sus ejemplos, crezcamos en tu conocimiento
y en tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.

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