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Laudes
Sábado
SAN BERNARDO,
abad y doctor de la Iglesia
Memoria

Nació en el año 1090 cerca de Dijon (Francia). Recibió una
piadosa educación, y el año 1111 se unió a los monjes del Cís-
ter; poco después, fue elegido abad del monasterio de Clara-
val, cargo que desempeñó con gran provecho para sus monjes.
A cuasa de las divisiones que aquejaban por entonces a la
Iglesia, se vio obligado a viajar por Europa, con el objeto de
restablecer la paz y la unidad. Escribió mucho sobre teología
y ascética. Murió el año 1153.

Martha de Jesús+
1941-2008

Daniel +
1972-2001

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant Escuchemos la voz del Señor y entremos en su descanso.
[Sal 94] ó [Sal 99] ó [Sal 66] ó [Sal 23]

HIMNO

Dador de luz espléndido,
a cuya luz serena,
pasada ya la noche,
el día se despliega.

Mensajero de luz
que de luz centellea,
no es del alba el lucero:
eres tú, Luz de veras,
más brillante que el sol,
todo luz y pureza;
enciende nuestro pecho,
alumbra el alma nuestra.

Ven, Autor de la vida,
prez de la luz paterna,
sin cuya gracia el cuerpo
se sobresalta y tiembla.

A Cristo, rey piadoso,
y al Padre gloria eterna,
y por todos los siglos
al Espíritu sea. Amén.

SALMODIA

Ant. 1 Es bueno tocar para tu nombre, oh Altísimo, y
proclamar por la mañana tu misericordia.

- Salmo 91 -

Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes
sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!.
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.

Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.

Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos no temerán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.

El justo crecerá como una palmera
y se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;

en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi roca no existe la maldad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Es bueno tocar para tu nombre, oh Altísimo, y
proclamar por la mañana tu misericordia.

Ant. 2 Os daré un corazón nuevo y
os infundiré un espíritu nuevo.

Cántico
Ez. 36, 24-28

Os recogeré de entre las naciones,
os reuniré de todos los países
y os llevaré a vuestra tierra.

Derramaré sobre vosotros un agua pura
que os purificará:
de todas vuestras inmundicias e idolatrías
os he de purificar;
y os daré un corazón nuevo,
y os infundiré un espíritu nuevo;
arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra,
y os daré un corazón de carne.

Os infundiré mi espíritu,
y haré que caminéis según mis preceptos,
y que guardéis y cumpláis mis mandatos.

Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres.
Vosotros seréis mi pueblo
y yo seré vuestro Dios.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Os daré un corazón nuevo y
os infundiré un espíritu nuevo.

Ant. 3 De la boca de los niños de pecho,
Señor, has sacado una alabanza.

- Salmo 8 -

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos;
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él;
el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:

rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por las aguas.

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 De la boca de los niños de pecho,
Señor, has sacado una alabanza.

LECTURA BREVE

2Pe 3, 13-15a

Nosotros conforme a la promesa del Señor espera-
mos cielos nuevos y tierra nueva, en los que tiene su
morada la santidad. Por eso, carísimos, mientras es-
peráis estos acontecimientos, procurad con toda dili-
gencia que él os encuentre en paz, sin mancha e irre-
prensibles. Considerad esta paciente espera de nuestro
Señor como una oportunidad para alcanzar la salud.

SEGUNDA LECTURA

De los sermones de san Bernardo, abad, sobre
el Cantar de los cantares.

El amor hasta por sí solo, satisface por sí solo y por
causa de sí. Su mérito y su premio se identifican con
él mismo. El amor no requiere otro motivo fuera de él
mismo, ni tampoco ningún provecho; su fruto consiste
en su misma práctica. Amo porque amo, amo por amar.
Gran cosa es el amor, con tal de que recurra a su prin-
cipio y origen, con tal de que vuelva siempre a su fuente
y sea continua emanación de la misma. Entre todas
las mociones, sentimientos y afectos del alma, el amor
es lo único con que la creatura puede corresponder a
su Creador, aunque en un grado muy inferior, lo único
con que puede restituirle algo semejante a lo que él le
da. En efecto, cuando Dios amo. lo único que quiere es
ser amado: si él ama, es para que nosotros lo amemos
a él, sabiendo que el amor mismo hace felices a los que
se aman entre sí.

El amor de Esposo, mejor dicho, el Esposo que es
amor, sólo quiere a cambio amor y fidelidad. No se re-
sista, pues, la amada en corresponder a su amor. ¿Puede
la esposa dejar de amar, tratándose además de la esposa
del Amor en persona? ¿Puede no ser amado el que es
el Amor por esencia?

Con razón renucia a cualquier otro afecto y se en-
trega de un modo total y exclusivo al amor el alma cons-
ciente de que la manera de responder al amor es amar
ella a su vez. Porque, aunque se vuelque toda ella en el
amor, ¿qué es ello en comparación con el manantial
perenne de este amor? No manan con la misma abun-
dancia el que ama y el que es Amor por esencia, el
alma y el Verbo, la esposa y el Esposo, el Creador y la
creatura; hay la misma disparidad entre ellos que entre
el sediento y la fuente.

Según esto, ¿no tendrá ningún valor ni eficacia en de-
seo nupcial, el anhelo del que suspira, el ardor del que
ama, la seguridad del que confía, por el hecho de que
no puede correr a la par con un gigante, de que no puede
competir en dulzura con la miel, en mansedumbre con
el cordero, en blancura con el lirio, en claridad con el
sol, en amor con aquel que es el amor mismo? De nin-
guna manera. Porque aunque la creatura, por ser infe-
rior, ama menos, con todo, si ama con todo su ser, nada
falta a su amor, porque pone en juego toda su facultad
de amar. Por ello, este amor total equivale a las bodas
místicas, porque es imposible que el que así ama sea
poco amado, y en esta doble correspondencia de amor
consiste el auténtico y perfecto matrimonio. Siempre en
el caso de que se tenga por cierto que el Verbo es el
primero en amar al alma, y que la ama con mayor in-
tencidad.

RESPONSORIO BREVE

V. Te aclamarán mis labios, Señor,
cuando salmodie para ti.
R. Te aclamarán mis labios, Señor,
cuando salmodie para ti.

V. Mi lengua recitará tu auxilio.
R. Cuando salmodie para ti.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te aclamarán mis labios, Señor,
cuando salmodie para ti.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El bienaventurado Bernardo, cuyo espíritu fue admirablemente
iluminado por el replandor del Verbo eterno, iluminó
a su vez con su fe y enseñanzas a toda la Iglesia.

Cántico de Zacarías
Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con
nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El bienaventurado Bernardo, cuyo espíritu fue admirablemente
iluminado por el replandor del Verbo eterno, iluminó
a su vez con su fe y enseñanzas a toda la Iglesia.

PRECES.

Adoremos a Dios, que por su Hijo ha dado vida y
esperanza al mundo, y supliquémosle diciendo:

Escúchanos, Señor.

Señor, Padre de todos, tú que nos has hecho llegar
al comienzo de este día,
haz que toda nuestra vida unida a la de Cristo
sea alabanza de tu gloria.

Que vivamos siempre arraigados en la fe, esperan-
za y caridad,
que tú mismo has infundido en nuestras almas.

Haz que nuestros ojos estén siempre levantados
hacia ti,
para que respondamos con presteza a tus lla-
madas.

Defiéndenos de los engaños y seducciones del mal,
y presérvanos de todo pecado.

Se pueden añadir algunas [Intenciones] libres
peticiones

Contentos por sabernos hijos de Dios, digamos a
nuestro Padre:

Padre nuestro .............

ORACIÓN.

Dios nuestro, que hiciste que el abad san Bernardo,
encendido en el celo de tu casa, no sólo ardiera en tu
amor, sino que resplandeciera en tu Iglesia para ilumi-
narla, concédenos, por su intercesión, que, animados de
ese mismo espíritu, vivamos siempre como hijos de la
luz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.

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