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Laudes
SANTA TERESA DE JESÚS,
Virgen y Doctora de la Iglesia

15 de octubre

Nació en Ávila (España) el año 1515. Ingresó en la Orden
del Carmelo, donde realizó grandes progresos en el camino de
la perfección y gozó de místicas revelaciones. Habiendo em-
prendido la reforma de su Orden, tuvo que sufrir muchas
dificultades, que superó con gran fortaleza de ánimo. También.
escribió varias obras, insignes por lo elevado de su doctrina,
fruto de su experiencia personal. Murió en Alba de Tormes el
año 1582.

Martha de Jesús+
1941-2008

Daniel +
1972-2001

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
[Sal 94] ó [Sal 99] ó [Sal 66] ó [Sal 23]

HIMNO

Veisme aquí, mi dulce Amor,
Amor dulce, veisme aquí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Veis aquí mi corazón.

Yo le pongo en vuestra palma
mi cuerpo, mi vida y alma,
mis entrañas y afición;
dulce Esposo y redención,
pues por vuestra me ofrecí.
¿Qué mandáis hacer de mí?

Dadme muerte, dadme vida:
dad salud y enfermedad,
honra o deshonra me dad,
dadme guerra o paz cumplida,
flaqueza o fuerza a mi vida,
que a todo diré que sí.
¿Qué queréis hacer de mí?

Dadme riqueza o pobreza,
dad consuelo o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza,
dadme infierno o dadme cielo,
vida, dulce, sol sin velo,
pues del todo me rendí
¿Qué mandáis hacer de mí?

Si queréis, dadme oración,
si no, dadme sequedad,
si abundancia y devoción,
y si no esterilidad,
soberana Majestad,
sólo hallo paz aquí.
¿Qué mandáis hacer de mí?

Si queréis que esté holgado,
quiero por amor holgar,
si me mandáis trabajar,
morir quiero trabajando. Amén.

SALMODIA

Ant. 1 Vosotros sois la luz del mundo. No se puede
ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.

- Salmo 62 -

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansias de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a las sombras de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Vosotros sois la luz del mundo. No se puede
ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.

Ant. 2 Alumbre así vuestra luz a los hombres, para
que vean vuestras buenas obras y den gloria a
vuestro Padre.

Cántico.
Dn. 3,57-88. 56

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Angeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieve, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzadlo, por los siglos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Alumbre así vuestra luz a los hombres, para
que vean vuestras buenas obras y den gloria a
vuestro Padre.

Ant. 3 La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante
que espada de doble filo.

-Salmo 149-

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante
que espada de doble filo.

LECTURA BREVE

Sb 7, 13-14

Aprendí la sabiduría sin malicia, reparto sin envi-
dia, y no me guardo sus riquezas. Porque es un te-
soro inagotable para los hombres: los que lo adquie-
ren se atraen la amistad de Dios, porque el don de
sus enseñanzas los recomienda.

SEGUNDA LECTURA

De las obras de santa Teresa de Jesús, virgen y doctora
de la Iglesia.

Con tan buen amigo presente --nuestro Señor Jesu-
cristo--, con tan buen capitán que se puso en lo primero
en el padecer, todo se puede sufrir. Él ayuda y da es-
fuerzo, nunca falta, es amigo verdadero. Y veo yo claro,
y he visto después, que para contentar a Dios y que nos
haga grandes mercedes quiere que sea por manos de esta
Humanidad sacratísima, en quien dijo Su Majestad se
deleita.

Muy muchas veces lo he visto por experiencia; háme-
lo dicho el Señor. He visto claro que por esta puerta
hemos de entrar, si queremos nos muestre la soberana
Majestad grandes secretos. Así que no queramos otro
camino, aunque estemos en la cumbre de contemplación;
por aquí vamos seguros. Este Señor nuestro es por quien
nos vienen todos los bienes. Él lo enseñará; mirando su
vida, es el mejor dechado.

¿Qué más queremos que un tal buen amigo al lado,
que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como
hacen los del mundo? Bienaventurado quien de verdad le
amare y siempre le trajere cabe de sí. Miremos al glo-
rioso san Pablo, que no parece se le caía de la boca
siempre Jesús, como quien le tenía bien en el corazón.
Yo he mirado con cuidado, después que esto he enten-
dido, de algunos santos, grandes contemplativos, y no
iban por otro camino: san Francisco, san Antonio de
Padua, san Bernardo, santa Catalina de Siena.

Con libertad se ha de andar en este camino, puestos
en las manos de Dios; si su Majestad nos quiere subir
a ser de los de su cámara y secreto, ir de buena gana.

Siempre que se piense de Cristo, nos acordemos del
amor con que nos hizo tantas mercedes y cuán grande
nos le mostró Dios en darnos tal prenda del que nos
tiene: que amor saca amor. Procuremos ir mirando esto
siempre y despertándonos para amar, porque, si una vez
nos hace el Señor merced que se nos imprima en el co-
razón este amor, sernos ha todo fácil, y obraremos muy
en breve y muy sin trabajo.

RESPONSORIO BREVE

V. El pueblo cuenta su sabiduría.
R. El pueblo cuenta su sabiduría.

V. La asamblea pregona su alabanza.
R. Cuenta su sabiduría.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El pueblo cuenta su sabiduría.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Ésta es la virgen prudente que, unida a Cristo,
resplandece como el sol en el reino celestial.

Cántico de Zacarías
Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con
nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Ésta es la virgen prudente que, unida a Cristo,
resplandece como el sol en el reino celestial.

PRECES.

Glorifiquemos a Cristo, esposo y corona de las vír-
genes, y supliquémosle diciendo:

Jesús, corona de las vírgenes, escúchanos.

Señor Jesucristo, a quien las vírgenes amaron como
a su único esposo,
concédenos que nada nos aparte de tu amor.

Tú que coronaste a María como reina de las vír-
genes,
por su intercesión concédenos recibirte siempre
con pureza de corazón.

Por intercesión de las santas vírgenes que te sir-
vieron siempre con fidelidad, consagradas a ti en
cuerpo y alma,
ayúdanos, Señor, a que los bienes de este mundo
que pasa no nos separen de tu amor eterno.

Señor Jesús, esposo que has de venir y a quien las
vírgenes prudentes esperaban,
concédenos que aguardemos tu retorno glorioso
con una esperanza activa.

Por intercesión de santa Teresa, que fue virgen
sensata y doctora de la Iglesia,
concédenos, Señor, la verdadera sabiduría y la
pureza de costumbres.

Se pueden añadir algunas intenciones libres
peticiones

Con sencillez y humildad digamos la oración que
Jesús nos enseñó:

Padre nuestro .............

ORACIÓN.

Señor todopoderoso,que quisiste que santa Teresa de
Ávila, bajo el impulso del Espíritu Santo, manifestara a
tu Iglesia el camino de la perfección, haz que encontre-
mos en sus escritos nuestro alimento y que encendamos
con ellos en nosotros el deseo de una verdadera santidad.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.

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